La relación entre la desigualdad y la confiabilidad

La relación entre la desigualdad y la confiabilidad

Publicado el 17 de junio de 2012

Harold J. Toro, Ph.D.
Director de Investigación
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La desigualdad en Puerto Rico dista de la concepción de una sociedad dividida entre ricos y pobres y se asemeja más a la imagen de una escalera en la cual a cada escalón le corresponde un conjunto de bienes, de oportunidades y de posibilidades de ahorro.

Aun conceptualizada en estos términos, Puerto Rico manifiesta altos niveles de desigualdad que restringen la actividad productiva a través de varios procesos. Uno de ellos es la confiabilidad social. A través de sus efectos sobre la confiabilidad, la desigualdad impacta el crecimiento económico, nuestra calidad de vida y la viabilidad de procesos democráticos robustos en Puerto Rico.

Un alto nivel de confiabilidad general prevalece cuando existe una expectativa razonable de que personas desconocidas se comporten entre ellos de forma honesta basada en un sentido de obligación hacia sus pares. Dicho sentido de obligación conforme a normas que guardan el interés social o del prójimo refleja un alto nivel de cultura cívica. Del mismo modo la credibilidad de las instituciones es alta o baja dependiendo de si su conducta es cónsona con los cánones de transparencia y con las normas éticas más estrictas que dicta la conciencia colectiva. Aquellas sociedades donde no se pueden tener dichas expectativas muestran un tejido social frágil.

La confiabilidad se mide a partir de la proporción de personas que contestan afirmativamente una pregunta sencilla: “Entiende usted que puede confiar en la gente en general y que la gente es confiable o se siente que siempre tiene que estar siendo cuidadoso en sus interacciones?” Desde hace décadas se hace esta pregunta en las encuestas de opinión pública y se ha encontrado una alta correlación entre respuestas afirmativas y los resultados de experimentos donde se han soltado carteras en diversas ciudades alrededor del mundo. La pregunta sirve como buen indicador del número de carteras devueltas con todos sus contenidos, lo cual sugiere que logra captar diferencias en los niveles de solidaridad entre desconocidos. El nivel máximo de confianza reportado se refleja en Noruega donde la proporción de personas que contestaron afirmativamente fue 74 porciento. En Puerto Rico un 23 porciento respondió afirmativamente, lo cual estaba un poco por debajo del promedio mundial de 26 porciento.

Existe además una relación directa y negativa entre la desigualdad económica y los niveles de confiabilidad general. Se ha documentado que por cada incremento en el índice Gini de un punto (donde 100 es desigualdad total y 0 es igualdad absoluta), la proporción de personas que contestan afirmativamente disminuía por .333 puntos porcentuales.

La encuesta sobre las finanzas de los hogares de Puerto Rico, del Centro para la Nueva Economía captó información sobre confiabilidad social en el 2007 y su vínculo a varias medidas de desigualdad económica. Se le preguntó al entrevistado cual era la probabilidad esperada de recibir su cartera de parte de la policía—que sería la entidad sobre quien recae la responsabilidad formal de reducir el robo y guardar la seguridad física de los individuos. Un 35 porciento respondió cero, y aproximadamente 17 porciento de los entrevistados respondió una probabilidad esperada de cincuenta porciento. Esta última respuesta tipifica que no se sabe nada; es como decir que la probabilidad del evento es puramente aleatoria. Al segmentar dichas expectativas por nivel de ingreso, aquellos hogares con un ingreso anual menor a de 20 mil dólares reportaron una probabilidad esperada de 35 porciento pero asciende a 43 porciento para hogares con un ingreso de 70 mil o más. Estas diferencias entre grupos económicos reflejan diferencias en el trato que se recibe de las instituciones públicas. Pero también reflejan la poca expectativa de seguridad y confianza que prevalece a través de la estructura social.

Un 44 porciento adjudicó una probabilidad de cero ante la posibilidad de qué un vecino devolviese la cartera. Aproximadamente el 48 porciento reportó una probabilidad de cero entre los hogares pobres pero la expectativa de devolución asciende con el nivel de ingreso. Peor aún 67 porciento indicó una probabilidad esperada de obtener la cartera si fuera encontrada por un desconocido, probabilidad que apenas varió entre grupos y pone de manifiesto los niveles generalizados de desconfianza. Irónicamente, sobre el 80 porciento respondió que individualmente sí eran personas en quien se puede confiar.

Estos hallazgos contrastan con la visión de un Puerto Rico feliz y contento. En realidad coexisten la confiabilidad basada en lazos de amistad y familia inmediata junto con una desconfianza general rayando en la paranoia cuando se trata de círculos sociales más extensos, poca credibilidad institucional y bajas expectativas de que los cuerpos encargados del orden y la justicia cumplan con los fines para las cuales fueron creados. Este entorno dificulta la posibilidad de un proyecto social y económico de cambio pues él mismo requiere un fundamento de unidad colectiva que la desconfianza general prevaleciente imposibilita y que la desigualdad alimenta.

Este artículo fue publicado originalmente en El Nuevo Día el 17 de junio de 2012.