Autoridad

Autoridad

Publicado el 22 de mayo de 2013

Mike Portrait
Presidente y Fundador
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En el gobierno de Puerto Rico hay varias corporaciones públicas con el nombre de Autoridad. Autoridad de los Puertos, Autoridad de Acueductos y Alcantarillados, Autoridad para el Financiamiento de la Infraestructura y varias otras.

Sin embargo, es muy interesante que solamente a una de estas se le conoce y se le identifica con la palabra “Autoridad” por sí sola, y no creo que sea casualidad. La realidad es que por mucho tiempo la Autoridad de Energía Eléctrica ha sido la entidad de más poder en el Gobierno y la que manda y controla a todos nuestros gobernantes. Evidencia de este poder y control lo vemos a menudo en las decisiones de política pública en el país.

La reciente firma por parte del Gobernador de tres órdenes ejecutivas dirigidas a impulsar las fuentes renovables de energía y a desarrollar una política energética que trascienda los cambios de administración es una buena noticia. Demuestra que, al fin, el tema energético se ha convertido en prioridad, y que la urgencia de realizar cambios en la Autoridad de Energía Eléctrica ha comenzado a calar en los círculos donde se desarrolla la política pública. Sin embargo, más allá de celebrar las medidas – bien intencionadas, en la dirección correcta – me parece pertinente lanzar al ruedo varias señales de cautela.

La secretividad ha sido un problema endémico en la Autoridad de Energía Eléctrica. Y ese hermetismo, esas decisiones que se toman por parte de la misma gente en los mismos cuartos oscuros – con las mismas claques protegiendo los mismos intereses – ha sido parte del problema de por qué pagamos tan cara la luz. Y ahora se crean dos organismos con enormes poderes – el Consejo de Autonomía Energética y el Consejo de Confiabilidad Energética – que si bien tienen encomiendas urgentemente necesarias, parece que inician el vuelo con las alas cortadas. Recuerdan al Comité de Política Pública Energética creado por la pasada administración.

Primero que nada, ambos consejos carecen del elemento más indispensable y de más importancia: verdadera independencia. Por el contrario, el Director Ejecutivo de la Autoridad de Energía Eléctrica figura prominentemente en ambos consejos. Y el resto de los integrantes son o dependencias gubernamentales o personas nombradas directamente por el Gobernador. Se pregunta uno si estos consejos, cuya creación es bien intencionada, no terminarán siendo irrelevantes y dominados por la AEE y su agenda. Y si no terminarán sirviéndonos más de lo mismo: hermetismo, fórmulas mágicas y control absoluto.

Quiero pensar que se ha iniciado un proceso transparente y profundo dirigido a reestructurar a cabalidad el sistema energético. Pero para eso hay que cumplir con una condición fundamental: la AEE no puede regularse a sí misma y actuar sin rendirle cuentas a nadie. Es necesario separar la función de producir y distribuir electricidad de la función de regular el mercado. La AEE no puede seguir siendo juez y parte: hay que ponerla a rendir cuentas a un ente externo e independiente. Me pregunto si los Consejos recién nombrados serán capaces de ponerle el cascabel al gato.

Quiero pensar que sí, que se hará una reforma real. Que se asegurará la viabilidad financiera de la AEE, no a base de juegos contables sino a base de principios sólidos de operación. Que el sistema tendrá normas claras de transparencia y gobernanza. Que la energía será producida de la manera más eficiente, costo-efectiva y segura ambientalmente. Y que finalmente los consumidores tendremos un sistema tarifario justo, sin cargos ocultos o fórmulas artificiosas, con pleno acceso público a los procesos y a la información.

Habrá que ver quién tiene la verdadera autoridad.

Esta columna se publicó originalmente en el diario El Nuevo Día el 22 de mayo de 2013.