Buenas noticias

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Publicado el 22 de enero de 2014

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Presidente y Fundador
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Cuando fundamos el Centro para Una Nueva Economía en el 1998, uno de los propósitos principales era crear una institución que no era ni parte del gobierno ni una entidad del sector privado motivada por lucro. La idea era que Puerto Rico necesitaba un ente independiente que proveyera un balance entre las motivaciones partidistas y cortoplacistas del Gobierno y las agendas comerciales del sector de negocios.

Económicamente logramos desarrollar esa institución y, por quince años, CNE ha sido una institución de amplia credibilidad e influencia en el ámbito de política pública.  Sin embargo, si realmente aspiramos a una sociedad más democrática, hay espacios, más allá del económico, que hay que impactar.

Decía Mahatma Ghandi que la democracia no es un asunto de formas sino de actitud.  Actitud porque la democracia no se trata simplemente de elecciones o instituciones de gobierno, sino de la manera en la que cada uno de nosotros se relaciona con el poder, y la manera en la que el poder actúa frente a nosotros.

Pienso en esa máxima de Ghandi al mirar los desafíos que los retos económicos que enfrentamos le imponen a nuestra sociedad: reactivar una economía estancada, solventar un sistema fiscal quebrado, y recomponer una fibra social fragmentada requiere mucho más que planes de inversión o estudios actuariales. Y es que el tema económico va de la mano del social, y este a su vez, se fundamenta en la capacidad cívica que como sociedad podamos articular para hacerle frente a las decisiones difíciles, compartir sacrificios y responsabilidades,  y sobre todo, tejer redes de confianza y solidaridad de cara al futuro.

Lo que quiero decir es que la coyuntura actual no solo requiere que repensemos nuestra estructura económica y fiscal:  requiere que redefinamos el significado de nuestra democracia interna y cómo la vivimos como pueblo.  Un legado perverso de siglos ha hecho que nuestras instituciones gubernamentales sean paternalistas, que se desincentive la acción cívica independiente, mientras se fomenta el clientelismo y la dependencia al aparato político-partidista.  El ‘enchufe’ individual y la conexión con un padrino muchas veces puede más que la petición justa a través de los canales oficiales. Y la opacidad del sistema, la renuencia a abrir la información al escrutinio público, no solo coarta el debate informado y la participación activa de importantes sectores sino que muchas veces le impone la carga de los platos rotos a los sectores más vulnerables de nuestra sociedad.

Es por esto que en el Centro para una Nueva Economía nos hemos embarcado en una nueva iniciativa que nos lleva más allá de nuestro ámbito usual de acción como ´think tank´ o tanque de ideas de temas económicos y política pública.  Los tiempos convulsos requieren medidas atrevidas y hemos aceptado la invitación del Open Society Foundations para promover el desarrollo económico amplio, el acceso a la justicia y una cultura de transpariencia en Puerto Rico.  Ahora, además de pensar en la economía, vamos a ayudar a fortalecer las prácticas participativas en la Isla. Vamos a trabajar, junto a muchas organizaciones que han aceptado colaborar con nosotros en este esfuerzo, como el Centro de Periodismo Investigativo, el ACLU y la Clínica de Asistencia Legal de la UPR, para desarrollar la capacidad de los individuos, las comunidades y las organizaciones no gubernamentales para relacionarse de una manera más efectiva con el Gobierno y con otros grupos. Queremos ayudar a lograr más transparencia en el Gobierno, más acceso a la justicia, más participación ciudadana en los asuntos públicos, más equidad económica y social, y nuevas formas de reivindicación social.  Porque creemos que no puede haber reactivación de nuestra economía sin un cambio sistémico que aumente y fortalezca la capacidad cívica de Puerto Rico.

Y eso representa algo que hace tiempo no tenemos: buenas noticias para Puerto Rico.