Saliendo de la trampa
Publicado el 12 de agosto de 2013
Director de Política Pública
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En los 237 años que han transcurrido desde la publicación del libro La Riqueza de las Naciones muchos economistas y científicos sociales se han dedicado a tratar de entender la naturaleza, las causas y los determinantes del desarrollo económico. Este esfuerzo sostenido por más de dos siglos ha producido un mejor entendimiento del proceso de desarrollo pero todavía quedan muchas preguntas por contestar.
Lo que sí queda claro es que el desarrollo económico es producto de la complicada interacción de múltiples variables y factores sociales. No existe una solución tipo “receta de cocina” que se pueda usar mecánicamente y que genere no sólo crecimiento sostenido sino también desarrollo económico a largo plazo; un proceso más amplio y complejo que implica un aumento en la disponibilidad de bienes materiales así como una reducción de los males sociales.
Un mirada rápida a la investigación más reciente en esta área revela que el proceso de desarrollo económico gira alrededor de cuatro ejes principales. Primero, la acumulación de capital en todas sus formas -financiero, físico, natural y humano- es importante y necesaria pero insuficiente. La acumulación de capital explica solo una fracción de la variación en los niveles de ingreso per cápita y la tasa de crecimiento observada en distintos países a través del tiempo. Esto significa que hay otros factores en juego.
El segundo eje consiste de la eficiencia y efectividad con que se utilizan los insumos en el proceso de producción. Los economistas se refieren a este elemento como la productividad total de los factores (PTF). Las diferencias en la tasa de crecimiento de la PTF explican una porción considerable de la variación en los niveles de ingreso y en los patrones de desarrollo económico observada en distintos países. Sin embargo, los economistas no tienen del todo claro qué variables determinan el crecimiento de la PTF. Este es uno de los misterios que todavía falta por resolver.
Lo que sí sabemos es que el capital, en todas sus formas, está sujeto a rendimientos decrecientes y, por tanto, la mera acumulación de capital no será suficiente para mantener niveles altos de crecimiento y desarrollo a largo plazo. Sin embargo, el crecimiento de la PTF parece ser función del progreso tecnológico y la innovación, procesos que no están sujetos a rendimientos decrecientes. Por tanto, el progreso tecnológico endógeno, es una de las claves para el desarrollo económico a largo plazo.
Tercero, el grado de apertura al resto del mundo ha cobrado mayor importancia con la intensificación del proceso de globalización que hemos experimentado durante los últimos treinta años. Los flujos de conocimiento, capital, inversión, personas, bienes y servicios a través de las fronteras nacionales afectan los incentivos para innovar, imitar y utilizar tecnologías nuevas.
Finalmente, durante las últimas dos décadas los economistas han notado que países que tienen acervos de capital y mano de obra similares pueden seguir trayectorias muy diferentes de desarrollo económico, aún después de tomar en consideración diferencias en los niveles de inversión y tecnología, y en los patrones de intercambio comercial.
Esta paradoja ha llevado a algunos economistas a proponer que la variación en las tasas de crecimiento y niveles de desarrollo económico observadas en distintos países es causada por diferencias en las estructuras institucionales, ya que las instituciones afectan los incentivos para: innovar y desarrollar nuevas tecnologías; reorganizar la producción para explotar nuevas oportunidades; y acumular capital físico y humano.
Implicaciones para Puerto Rico
Puerto Rico actualmente se encuentra estancado en lo que el Banco Mundial llama el “middle-income trap”. Esta situación se caracteriza por la pérdida de competitividad con productores de bajo costo y por la inhabilidad de competir con países innovadores y creadores de productos de alta tecnología. Países como Puerto Rico no pueden competir a base de costos bajos pero tampoco tienen todo el capital, la capacidad de innovación, el acceso adecuado a los mercados internacionales y las instituciones necesarias para competir a base de la innovación, avance tecnológico y el desarrollo de nuevos productos.
Salir de esta trampa requiere elaborar una sofisticada estrategia de desarrollo económico a mediano plazo. El primer paso consiste en identificar los nichos y las áreas en todos sectores productivos -agricultura, manufactura, servicios, comercio, entretenimiento y turismo, etc.- en la cuales Puerto Rico tiene o pudiera tener una ventaja comparativa.
El segundo paso consiste en (1) identificar el capital, en todas sus formas, que hace falta para explotar cada una de esas oportunidades; (2) promover en Puerto Rico la investigación y la innovación en cada uno de esos sectores; (3) aprovechar la apertura de la economía de Puerto Rico, no sólo para lograr acceso a otros mercados sino también para atraer los flujos de conocimiento, personas, capital y tecnología necesarios para el desarrollo de nuestra capacidad productiva en los sectores identificados; y (4) establecer las instituciones que faciliten la creación de una base de producción nacional y la articulación de una red de eslabonamientos entre los diversos sectores productivos, condiciones indispensables para el desarrollo sostenido a largo plazo.
Tercero, hay que plasmar todo esto en un plan de desarrollo a mediano plazo, digamos de cinco a siete años, con objetivos de progreso medibles y cuya implementación y coordinación esté a cargo de un grupo de servidores públicos profesionales en conjunto con representantes del sector privado.
Finalmente, al cabo de cinco o siete años el plan se debe revisar, determinar que funcionó y que no, que hizo falta y que sobró, e identificar que actividades no generaron la actividad económica esperada y redirigir recursos de esas actividades a otras más productivas.
En suma, el sistema económico de Puerto Rico ha muerto pero el nuevo no ha nacido todavía. Tenemos que aprovechar este interregno de crisis para forjar un plan de desarrollo económico a mediano plazo. Continuar proponiendo iniciativas de “desarrollo económico” de manera desenfocada, incoherente, y desconectadas las unas de las otras no será suficiente para salir de la trampa económica en que nos encontramos.