La nueva normalidad

La nueva normalidad

Publicado el 12 de mayo de 2010

Sergio portrait
Director de Política Pública
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El viernes 30 de abril el Comisionado de Instituciones Financieras de Puerto Rico anunció el cierre de Eurobank, R-G Premier Bank, y Westernbank, y nombró a la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC) como síndico para cada una de estas instituciones.  La FDIC, por su parte, ejecutó el mismo día acuerdos de compra con Oriental Bank and Trust, Scotiabank, y Banco Popular para que éstos asumieran los activos y depósitos de cada una de las instituciones cerradas.  En total unos $17,870 millones de activos y otros $14,840 millones en depósitos cambiaron de dueño como resultado de estas transacciones.

Los bancos adquirientes también firmaron acuerdos con la FDIC para compartir las pérdidas con respecto a unos $15,760 millones de los activos transferidos.  Bajo estos acuerdos la FDIC se compromete a asumir el 80% de las pérdidas que surjan en conexión con estos activos y los bancos adquirientes absorberían el otro 20%.  La FDIC estima que su parte de estas pérdidas podría totalizar unos $5,283 millones.  Dado que la FDIC asume solo el 80% de las pérdidas, de realizarse la proyección de la FDIC los tres bancos adquirientes podrían enfrentar pérdidas totales de unos $1,320 millones con respecto a estos activos.

Cuando analizamos la probabilidad de que esa contingencia se convierta en realidad, en conjunto con el hecho de que varios bancos en Puerto Rico todavía cargan en sus libros una cantidad considerable de activos no-acumulativos, concluimos que la re-estructuración de la banca local apenas está comenzando con las transacciones asistidas por la FDIC.  Todavía hay que analizar y re-valorizar los préstamos de construcción que están causando problemas.  Eventualmente esta re-valorización se traducirá en un ajuste a la baja de los precios de bienes raíces en Puerto Rico.  Mientras tanto, los bancos continuarán cautelosos a la hora de prestar y el proceso de des-apalancamiento seguirá su curso.  Pero, al finalizar este proceso la banca puertorriqueña será mas fuerte, aunque mas pequeña y conservadora.

En este sentido la banca refleja en un microcosmo lo que esta sucediendo en la economía en general.  En términos sencillos, estamos viviendo una situación económica crítica en Puerto Rico.  Algunos datos bastan para evidenciar esto.  Primero, los activos bancarios se han reducido de $101,000 millones en el 2005 a $89,000 millones en el 2009, una reducción de 11.7%.  Segundo, el PNB real se ha reducido por un 10.9% durante el periodo entre el 2006 y el 2010.  Tercero, se han perdido 195,000 empleos entre Marzo de 2007 y Marzo de 2010, esto es equivalente a 13.6% de la fuerza laboral en Marzo de 2007.  Finalmente, el inventario de viviendas sin vender es de alrededor de 20,000 unidades y cerca del 50% de los prestamos de construcción se clasifican como no-acumulativos.

La combinación de des-apalancamiento bancario y una política fiscal contraccionaria ha sido nefasta para la economía.  El gobierno ha sacado de circulación alrededor de $2,000 millones debido a la reducción de gasto y los impuestos implementados durante el año fiscal en curso.  A esto hay que añadirle que el presupuesto consolidado anunciado por el gobernador para el 2010-11 contiene una reducción neta de gastos de $1,700 millones.  Si asumimos que los activos bancarios se reducen por $1,000 millones durante los próximos 12 meses, estaríamos sacando de circulación cerca de $2,700 millones, aproximadamente 4.5% del PNB.  La economía no va a crecer si esto sucede.

Nos va a tomar tiempo salir de este hoyo.  Necesitamos inversión nueva para crecer y tanto el gobierno como la banca no están en posición de financiarla en estos momentos.  Queda la opción de emitir deuda pública, pero aún esta opción es limitada ya que la razón entre deuda y PNB en Puerto Rico anda por el 93%.  Las APP podrán contribuir algo, pero no será suficiente para sacarnos de la recesión en el 2010-11.

Todo indica que nos vamos a tener que ajustar a un nuevo estado de normalidad, con menos ingreso disponible y más desempleo, donde la inversión y el crecimiento económico serán relativamente bajos y habrá menos lujos y consumo conspicuo, y donde el gobierno tendrá menos recursos para proveer servicios.  Estos son los tiempos que nos han tocado vivir.  Hay que aceptar esta realidad, ajustar nuestras expectativas, y simplemente seguir adelante.