Bizcocho

Bizcocho

Publicado el 28 de octubre de 2009

Mike Portrait
Presidente y Fundador
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Durante uno de mis veranos de universidad, conseguí un trabajo en Inglaterra y viví allí con una familia de Londres por esos meses. Fue interesante conocer una nueva cultura y aprender nuevas costumbres. Entre todas, una de las costumbres de la familia nunca se me ha olvidado. La señora de la casa me enseño una regla que ella tenía para sus dos hijos. La misma consistía en que a la hora del postre, uno de los hijos cortaba el bizcocho y el otro escogía el pedazo que quería. Era una manera ingeniosa de evitar peleas y de ser equitativa en la repartición de bienes, ya que el que cortaba o dividía tenía incentivo de ser justo, pues de cortar un pedazo más grande que otro, sería el otro hermano el que se beneficiaría.

En días recientes he pensado mucha en esta curiosa estrategia pues se ha desatado en Puerto Rico una discusión entre hermanos sobre la repartición del bizcocho. Ha sido interesante ver la reacción a nuestra crisis económica de diferentes perspectivas. No recuerdo haber experimentado una diferencia de opinión tan marcada como la que ha generado la recesión económica de Puerto Rico y sus efectos.

Por un lado he visto los que le achacan a los empresarios la culpa de todo. Sueñan con una utopia social que no existe y no logran ver la llegada de un nuevo momento económico. Por otro, veo una retórica vitriólica hacia las organizaciones obreras y a la izquierda del País, que siempre ha existido en buena sociedad puertorriqueña, pero sutil y veladamente. Ahora esa rabia se ventila con orgullo y atrevimiento.

Pienso que sería apropiado que practicáramos un ejercicio que aprendí de las lecturas del reconocido filósofo John Rawls. Él decía que cada persona debía imaginarse que no sabía bajo qué estación de vida nacería. Es decir, que pudiera nacer dentro de una familia solvente y apoderada o dentro de una familia pobre y humilde. Si no sabes en qué tipo de situación vas a estar, ¿cómo quisieras que fuera la sociedad? Es un ejercicio muy interesante porque te obliga a considerar una realidad distinta a la actual y a revisar tus prejuicios.

Para un desarrollador sería interesante pues debe imaginarse que en vez de ser el gestor de un proyecto en un arrabal, es residente de esa comunidad y el que viene a construirle encima es otro. Si es rescatador de un terreno, debe imaginarse que es el dueño del terreno al cual invaden y que ahora permanecerá por años sin poder darle uso.

Si es patrono, debe imaginarse que es obrero buscando aumentar la dignidad de su trabajo. Y si es obrero debe imaginarse lo difícil que es tratar de crear empleos bajo un esquema reglamentario tan burocratizado.

Lo importante aquí no es decir que un lado tiene más razón que el otro. Es poder imaginar y experimentar el asunto desde la perspectiva del otro. No puedo hablar por nadie, pero si antes de entrar al mundo me dijeran: “No te puedo decir si nacerás rico o pobre. Pero necesito me digas qué tipo de sociedad quieres”, yo pediría la sociedad más justa y equitativa para todos. Porque si me toca ser rico quiero poder ser buen mayordomo de mis bienes y aumentarlos. Pero si nazco pobre, quiero estar seguro que estoy en una sociedad que protege a los más débiles y les da oportunidades iguales a todos para vivir en paz y dignidad.

Hablando de bizcochos y costumbres, en mi casa mi mamá tenía una que le funcionaba muy bien. Si peleábamos por el bizcocho, lo guardaba y no le tocaba nada a nadie.

Esta columna fue publicada originalmente en  El Nuevo Día el 28 de octubre de 2009.