Hollywood

Hollywood

Publicado el 30 de agosto de 2010

Mike Portrait
Presidente y Fundador
COMPARTA

A mí me encanta el cine.  Veo de todo, desde películas independientes hasta documentales hasta las peores películas de Will Ferrell.

Estoy muy a favor de que la industria de cine en Puerto Rico aumente. En parte porque tengo muchos amigos en la industria pero también porque entiendo que Puerto Rico tiene que diversificar su economía y fomentar actividad en muchas áreas, siendo el cine una con potencial.

Habiendo establecido eso, debo, sin embargo, comentar sobre la reciente filmación en Puerto Rico de una película de acción de Hollywood y lo que a mí me parece son los tres principales problemas que presenta.

El primer problema es la manera en la cual se lleva a cabo.  Como yo trabajo en el corazón de Hato Rey, a mi me tocó de cerca en varias ocasiones, principalmente a través de tapones bestiales.  En algunas ocasiones, mi oficina recibió un aviso del edificio donde trabajo alertándonos sobre el cierre de algunas calles.  En otros casos, los cierres nos tomaron por sorpresa a todos.

Un sábado en particular, me adelanté a la situación y tome el tren.  Cual fue mi sorpresa, sin embargo, cuando llegué a la estación de mi oficina y no dejaban cruzar la calle por la filmación.  Como saben los que me conocen, tengo problemas con la autoridad, por lo cual cruce como quiera y sin encomendarme a nadie.  Mejor pedir perdón que permiso.

Pero de los tapones no se salvaba nadie, y me preguntaba cuanta productividad perdía el país por culpa de los mismos.  ¿Cuantos maestros, doctores, emprendedores, empresarios, trabajadores, enfermeras y otros se vieron imposibilitados de rendir sus servicios?  ¿Cuanto trabajo se dejó sin hacer?  ¿Cuanta gasolina se quemó innecesariamente? ¿Para cuantos inquilinos de Hato Rey la experiencia sirvió para hacerle más atractivas las ofertas de arrendamiento en edificios fuera del área?

El segundo problema es la manera en la cual el gobierno nos vende el proyecto.  Según lo que salió en la prensa, el gobierno destacó que la filmación de esta película representó una inversión en Puerto Rico de veintiocho millones de dólares y la creación de diecisiete mil empleos.  Lo de los empleos tiene que haber sido un error porque ni siquiera la famosa ley de incentivos del 2008 creo los quince mil empleos que prometió, ¿cómo entonces una sola película puede haber creado diecisiete mil?

En cuanto a la inversión uno tiene que hacerse dos preguntas:  primero, ¿cuál fue la cantidad de incentivos que recibió el proyecto?  Porque si recibieron veinticinco millones en incentivos o créditos contributivos, entonces se neutraliza la inversión.  Y segundo, ¿cuánto le costo al erario el proyecto a través de costos como  el tiempo y equipo de la policía, personal y equipo del departamento de transportación y obras públicas, y quizás más importante, la productividad perdida?  Estos proyectos sólo valen la pena si logran inyectar más al la economía de lo que sacan.  Y no estoy seguro que ese cálculo alguien lo haga.

El tercer problema es la percepción que la gente se lleva de Puerto Rico.  Me imagino las conversaciones en las oficinas de los grandes productores de Hollywood, “Hagamos la filmación en Puerto Rico.  Allí podemos hacer lo que nos de la gana.  ¡Cerramos las calles, cerramos negocios, y nadie hace nada excepto darnos las gracias!”

Los desaciertos ocurridos con la reciente filmación en Puerto Rico me parecen emblemáticos de nuestra situación en general.  ¿Es bueno el cine?  Sí.  ¿Se debe fomentar?  Sí.  Necesitamos fomentar más inversión en nuestra isla?  Sí.  Pero las cosas hay que hacerlas como Dios manda.  El problema aquí no es el cine, sino la falta de sensatez y de instituciones robustas como la ley y el orden.

Esta columna fue publicada originalmente en El Nuevo Día el 25 de agosto de 2010.