El mundo post americano

El mundo post americano

Publicado el 14 de abril de 2011

Sergio portrait
Director de Política Pública
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Durante los últimos 20 años el sistema internacional ha sufrido cambios profundos. La caída del muro de Berlín, la desaparición de la Unión Soviética, la desintegración del pacto de Varsovia, la apertura económica de China e India, el desarrollo de la Internet, la globalización de la tecnología y los medios de comunicación, y la intensificación de los movimientos de capital, personas, y productos: todos estos factores, en mayor o menor grado, han provocado cambios cualitativos y cuantitativos en nuestro mundo.

Al finalizar la Guerra Fría, algunos analistas vislumbraban un periodo largo de paz y orden bajo la hegemonía de los Estados Unidos. Sin embargo, las masacres en Bosnia y Kosovo, los ataques del 9/11, las guerras en Afganistán e Irak, la especulación financiera en el sector de tecnología y de bienes inmuebles, la crisis financiera global del 2008-09, así como los diversos conflictos bélicos y rebeliones civiles en África y el Oriente Medio, acabaron con toda ilusión de una Pax Americana duradera.

Actualmente, Estados Unidos, con solo 5% de la población mundial, incurre en casi el 50% de todos los gastos militares en el planeta y genera cerca del 25% de la actividad económica global, lo que lo convierte, por ahora, en el país más poderoso del mundo. Esto no significa, sin embargo, que Estados Unidos tenga un cheque blanco para actuar ni que va a lograr todos sus objetivos sin la ayuda de otros.

La realidad es que hoy en día el poder económico, militar, y político es mucho más difuso y difícil de canalizar hacia la obtención de objetivos nacionales en comparación con los años de la Guerra Fría. Según Joseph Nye, profesor de Harvard y autor más recientemente de The Future of Power, la distribución del poder en el sistema internacional prevaleciente sigue un patrón parecido al de un complejo juego de ajedrez tri-dimensional. En el primer tablero el poder militar es básicamente unipolar, con los Estados Unidos dominando por mucho. En el segundo tablero el poder económico se distribuye de manera multipolar entre Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, China y, en menor grado, India y Brasil. En el tercer tablero el poder es totalmente disperso. Es aquí donde operan diversos actores sub-nacionales, tales como los bancos internacionales, las fundaciones filantrópicas y entidades no-gubernamentales, las redes criminales y de narcotraficantes, y los grupos terroristas, entre otros.

Este mundo, en el que Estados Unidos va perdiendo peso poco a poco en relación a otros actores, ha sido descrito por Fareed Zakaria como el mundo post-americano. En su libro The Post American World, el Dr. Zakaria, quien estará ofreciendo una conferencia en Puerto Rico la semana próxima, expone su visión de un mundo donde Estados Unidos sigue siendo un jugador importante pero no dominante, que se verá obligado a tomar en consideración los intereses, motivos, y objetivos de otros países.

En el campo militar Estados Unidos gasta más en defensa que los próximos 14 países juntos y es el único país con la capacidad de proyectar su poder a gran distancia por un periodo sostenido de tiempo. Estados Unidos cuenta, por ejemplo, con 12 portaviones y de acuerdo con el Reporte de Estructura de Bases del 2010, controla 539,014 edificios, estructuras, o instalaciones localizadas en 4,999 “sitios” a través de todos los 50 estados, 7 territorios, y 38 países alrededor del mundo. Sin embargo, después de la experiencia en Afganistán e Irak es poco probable que el pueblo americano apoye más operaciones militares a largo plazo y en ciertas áreas, por ejemplo en el sureste de Asia, es previsible que la fuerza militar de Estados Unidos sea menos relevante e influyente que la de China. Es muy probable también que el costo de mantener todo este aparato militar alcance niveles insostenibles en el mediano plazo.

En la esfera económica, Estados Unidos ya no es el mercado más grande del mundo y es poco probable que el dólar continúe siendo la reserva mundial por mucho tiempo más. También es cierto que el déficit presupuestario en exceso del 10% de su producto interno bruto, los $14 trillones de deuda pública, y los gastos de mantener los programas de Medicare, Medicaid, y Seguro Social, han generado incertidumbre sobre la viabilidad financiera del gobierno de Estados Unidos a mediano y largo plazo.

En el campo político, la actuación arrogante de la administración de George W. Bush después de los ataques del 9/11 con su retórica bélica, su desprecio por las Naciones Unidas, su desdén por el derecho internacional, y su adopción de una doctrina de guerra preventiva debilitó significativamente la influencia política de Estados Unidos, aun con sus aliados tradicionales. La administración Obama ha podido subsanar algunas de estas heridas, pero el prestigio político de Estados Unidos todavía no se ha recuperado del todo.

A un nivel más profundo y fundamental, en el mundo post-americano, Estados Unidos tendrá que abandonar lo que el prominente teólogo Reinhold Niebuhr, en su libro The Irony of American History, llamó “los sueños de manejar la historia”, ya que “los caminos del progreso han demostrado ser mas tortuosos e impredecibles de lo que los manejadores putativos de la historia han podido comprender.” Esta por verse, entonces, si Estados Unidos podrá adaptarse a la nueva realidad internacional o si sucumbirá ante las inexorables fuerzas de la historia que arroparon en su día a la Roma de Marco Aurelio, la España de Carlos V, y la Inglaterra de la reina Victoria.

Esta columna fue publicada originalmente en El Vocero el 14 de abril de 2011.