Juntos

Juntos

Publicado el 28 de marzo de 2012

Mike Portrait
Presidente y Fundador
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Dicen que los esquimales tienen veinte palabras diferentes para la nieve. En Puerto Rico tenemos un fenómeno similar pero es para expresar desconfianza. Desde expresiones como “él no cree ni en la luz eléctrica” hasta refranes como “yo no pongo la mano en el picador por él”. Y quien se puede olvidar del famoso afiche ubicuo en cafetines y colmados de barrio con el viejito mellado que dice, “aquí no se fía…”.

De cara a un proceso eleccionario en el que la agenda económica se perfila como prioritaria, es preciso plantearse los elementos que resultan imprescindibles para reorganizar la economía de Puerto Rico sobre una base de largo plazo. Durante mucho tiempo he planteado que el problema de Puerto Rico no es la falta de buenas ideas, sino la incapacidad de ejecutar y llevar a término las que tenemos. Es por esto que en una coyuntura como esta – en la que se exacerban las pasiones y en ocasiones se pierde de perspectiva aquello que es fundamental – es imprescindible hablar del tema de confianza social, o social trust, una pieza clave para lograr acuerdos y convergencias entre actores en momentos de crisis económica. Este elemento es esencial para el éxito de cualquier programa económico. Lo interesante es que la confianza social puede ser fomentada por el gobierno, pero en última instancia depende de la capacidad de cada uno de nosotros de trabajar de forma colaborativa con competidores, con gente de extracción social diferente o con personas de ideologías distintas en aras de una meta común.

El profesor Richard Locke, de MIT, ha encontrado que esta capacidad para colaborar y lograr convergencias ha sido uno de los factores fundamentales para los pequeños ´milagros´ que se han producido en el sur de Italia y en el noreste de Brazil, dos áreas social y económicamente atrasadas, plagadas por el clientelismo político y altos niveles de criminalidad, que sin embargo han logrado crear importantes focos de actividad empresarial y competitividad económica. En Italia, los productores de queso del Mezzogiorno decidieron dejar a un lado su desconfianza para formar un Consorzio que promoviera innovaciones de producción, iniciativas colectivas de mercadeo y venta, y mecanismos de control de calidad. El Consorzio logró que el gobierno italiano le concediera a sus miembros el preciado sello de Denominación de Orígen Controlada (DOC). Esto les ha dado una ventaja competitiva que les ha permitido posicionar su producto como uno ´premium´ altamente cotizado en los mercados de exportación, y les ha permitido competir con éxito con las grandes empresas agro-industriales del norte del país.

Igualmente, en el nordeste del Brasil, el gobierno creó un grupo heterogéneo de productores agrícolas al adjudicar valiosas tierras agrícolas no solo a pequeños colonos sin tierra, sino a empresas agrícolas medianas. Este grupo diverso de productores ha logrado a su vez organizarse a través de Valexport, una asociación que mediante el esfuerzo conjunto, ha implantado programas de erradicación de plagas, diversificado la producción, y facilitado la exportación.

Estos ejemplos son extraordinariamente iluminadores. En Puerto Rico tenemos productos y servicios de excepcional calidad que tienen el potencial de crear importantes focos de competitividad y actividad económica: desde café premium, hasta ingenieros en informática, o expertos en seguros y banca internacional. Es vital fortalecer las ventajas competitivas de estos sectores.

Ciertamente en Puerto Rico tenemos muchos retos difíciles y estamos en una situación económica complicadísima. Pero las concertaciones son una de las pocas áreas donde podemos ser optimistas. A cada uno de nosotros le toca crear esfuerzos colaborativos que enciendan la chispa de la actividad económica y provoquen un cambio. Juntos podemos lograr esas concertaciones y empezar a mover hacia delante nuestra economía.

Esta columna se publicó originalmente en el diario El Nuevo Día el 28 de marzo de 2012.