Luz

Luz

Publicado el 27 de noviembre de 2013

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Presidente y Fundador
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Nunca falla que cuando alguien se queja del alto costo de energía en Puerto Rico lo culpan de querer privatizar la Autoridad de Energía Eléctrica. Como si exigir que no te cojan de bobo y que no te roben el dinero fuese anti-patriótico y anti-obrero. Debería ser al revés: los que exigen que las cosas se hagan mejor son los que verdaderamente les importa Puerto Rico. Exigir sana administración de nuestros bienes es patriótico. Darse a respetar ante el robo es patriótico. Y reclamar por justicia ante los monopolios es patriótico.

El alto costo de energía en Puerto Rico es una de las causas principales de la pérdida de empleos en nuestra isla. Así que los verdaderos anti-obreros de nuestro país son los que se oponen al cambio y los que defienden al monopolio que tiene al pueblo y a nuestra economía estrangulada.

¿Cómo es posible que sigamos hipnotizados, arrodillados e impotentes ante un monopolio que lleva más de una década prometiendo bajar el costo de la luz y que nunca lo ha hecho? ¿Hasta cuándo toleraremos esta injusticia? Aquí está ocurriendo una de dos cosas: o nos mienten descaradamente y realmente no tienen ninguna intención de bajar la luz, o tienen las mejores intenciones pero carecen de la capacidad para lograrlo. Cualquiera que sea la razón confirma la necesidad y la exigencia del pueblo de hacer un cambio.

Yo entiendo que es difícil, como decía el escritor Upton Sinclair, que una persona pueda argumentar en contra de su ingreso. La Autoridad y sus empleados están defendiendo su modo de vida y la realidad es que ellos son los menos culpables de esta situación. Han sido los políticos que han querido mantener la estructura como está para repartir subsidios, repartir salarios y saquear las riquezas de la empresa.

También ha faltado, hasta ahora, un líder político que pueda balancear los múltiples intereses que existen y presionan. Un líder que pueda aquilatar las exigencias de las casas clasificadoras con las necesidades de Puerto Rico. Al fin y al cabo, no son ni Moody’s ni Standard and Poor’s las responsables por el País. Cada cual hala para su lado. El verdadero líder tiene que balancear entre varias exigencias que compiten entre sí y decidir cómo adelantar al País sin menoscabar las responsabilidades contraídas con los trabajadores, con los bonistas y con los clientes.

El cambio siempre es angustioso y traumático y nos provoca miedo. Pero es inevitable. Ninguna civilización y ninguna sociedad ha sobrevivido sin cambiar. Lo importante es que cuando llegue el momento del cambio, que se haga bien, que se haga justamente y que se haga por las razones correctas. No soy ingenuo y sé que son muchos los interesados en provocar un cambio, no para el beneficio de Puerto Rico, sino para lucrarse personalmente. Pero la respuesta a esa realidad no es congelarnos en el pasado.

La respuesta debe ser estar dispuestos a participar de ese cambio para asegurar que se haga de una manera justa y matizada.

Puerto Rico se encuentra en una situación que requerirá muchos cambios en los próximos años. Tenemos que desarrollar una sociedad que pueda provocar y manejar esos cambios a través de un compromiso y una capacidad cívica, a través de una política pública sostenida en información empírica, y a través de un liderato ilustrado. Lamentablemente, estamos muy cortos de todas estas virtudes y por lo tanto es imprescindible que empecemos ahora a desarrollarlas antes de que sea muy tarde.

Creo que si logramos unos cambios positivos para Puerto Rico en el tema de energía, será una lección importante para demostrar que podemos lograr adelantar otras importantes causas en otras áreas sociales y de política pública donde también hacen falta cambios. Y eso es algo por lo cual debemos dar gracias.