Analizando la reforma energética

Analizando la reforma energética

Publicado el 8 de junio de 2014

Sergio portrait
Director de Política Pública
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La noticia de que la Autoridad de Energía Eléctrica se vio precisada a recurrir a su fondo de mejoras permanentes para saldar una deuda con uno de sus suplidores de combustible sirve para constatar la precaria situación financiera de la corporación. La medida (en esencia, un malabarismo financiero) sirve también para contextualizar el escenario retante que enfrentará la recién creada Comisión Reguladora de Energía para reducir los costos de electricidad y encaminar una verdadera reforma del sistema eléctrico en la Isla.

El inicio de un nuevo capítulo

De entrada, hay que dejar claro que la aprobación de la Ley de Transformación y Alivio Energético representa solo la conclusión de la primera etapa de lo que será el largo y complicado proceso de transformar la AEE y el sistema eléctrico de Puerto Rico.

En términos generales, la Ley 57 es una buena pieza legislativa. Le confiere a la Comisión Reguladora de Energía la mayor parte de los poderes que la experiencia en muchas otras partes del mundo ha constatado son imprescindibles para regular de forma efectiva el sistema eléctrico. La Comisión de Energía tendrá poder sobre la fijación de tarifas de la AEE, sobre los parámetros de eficiencia técnica y operacional del sistema eléctrico, y sobre la planificación y desarrollo del portafolio de generación de electricidad a largo plazo.

Sin embargo, hay elementos de la Ley que ciertamente pudieron haber sido más robustos. Primero, otorgarle al Gobernador la facultad exclusiva para designar a los tres Comisionados que integrarán la junta reguladora pudiera servir para perpetuar la injerencia de la política partidista sobre el organismo y para debilitar su independencia.

Segundo, el proceso establecido en la Ley para revisar las tarifas eléctricas pudiera ser engorroso en la práctica: la Comisión emitirá su opinión sobre las partidas que considere objetables en la propuesta tarifaria que someta la AEE y le devolverá el paquete tarifario completo a la agencia para nueva revisión. En otros lugares, la injerencia del organismo regulador en el aspecto tarifario es más ágil y le permite reestructurar y revisar partidas específicas de las propuesta tarifaria.

Finalmente, haber extendido a tres años el período para el cumplimiento con métricas específicas de eficiencia es bueno para la AEE pero no tanto para el País: mientras más se aplaza este proceso, más se deteriora (quizás de forma irreversible e irreparable) la situación económica de cientos de empresas y abonados cuyos bolsillos simple y sencillamente no aguantan más.

Se acabaron los paños tibios

El próximo paso de la Reforma Energética es el nombramiento de los comisionados y la creación de la estructura administrativa y operacional de la Comisión y de la agencia que le dará apoyo, la Administración de Energía de Puerto Rico. La Comisión comenzará funciones con una robusta caja de herramientas legales y tiene el deber moralmente ineludible de utilizar todos sus poderes de forma asertiva y firme para cumplir a cabalidad con sus objetivos.

¿Qué tiene que lograr la Comisión de Energía una vez se estructure operacionalmente? En el corto plazo, tendrá que imponerle disciplina fiscal y operacional a la AEE. Al 31 de marzo pasado, según los estados financieros no auditados de la Autoridad, la AEE estaba corriendo con una insuficiencia operacional 60% mayor a la que había presupuestado cuando comenzó el año fiscal: al cierre de marzo la corporación reportó un déficit de $192.6 millones frente al que había proyectado originalmente de $120.5 millones.

Por otro lado, la Comisión tendrá que asegurar que la AEE cumpla con el itinerario para el proyecto de gasificación de la Central Aguirre, sobre el cual descansan sus promesas de (1) reducir el costo de la electricidad a 22 ¢ el kWh para junio de 2015 y (2) cumplir con los Estándares de Mercurio y Tóxicos de Aire (“MATS”). A juzgar por la prórroga hasta abril de 2016 que la Junta de Calidad Ambiental le ha concedido para que cumpla con los MATS, hay que preguntarse si la AEE verdaderamente está en posición de terminar el proyecto de gasificación de Aguirre durante el próximo año.

En el mediano y largo plazo, la Comisión tendrá que supervisar que la AEE lleve a cabo un proceso de planificación para reducir la dependencia en los combustibles fósiles; transformar los componentes más ineficientes del sistema; e integrar al sistema generación basada en una variedad de fuentes alternas.

El nudo gordiano

Pero la primera prueba de fuego de la Comisión será antes de que termine el año, cuando deberá pasar juicio sobre el primer ciclo de revisión tarifaria. Difícil tarea esta: el clamor generalizado por una reducción inmediata en los costos de la electricidad choca con la fragilidad financiera de la AEE y los reclamos de sus ejecutivos a favor de un alza tarifaria. Si bien es cierto que el País no aguanta más, tampoco podemos permitir que el sistema eléctrico colapse.

Así que, como primera encomienda, la Comisión tendrá que escoger entre aprobar un aumento en la tarifa básica, que no se ha enmendado desde 1989, para brindarle estabilidad financiera inmediata a la AEE, o requerirle que reestructure su deuda para abrirle espacio a la reorganización operacional de la agencia.

En resumen, la Comisión le tiene que imponer disciplina a la AEE, contener la conducta depredadora de los grupos de interés internos y externos a la corporación que se benefician injustamente de la situación actual, y regular el mercado de electricidad de una manera imparcial y libre de intereses creados, ya sea financieros o políticos.

No podemos seguir dándonos el lujo de que la AEE continúe utilizando plantas obsoletas; subsidiando los caprichos infantiles de los alcaldes; repartiendo contratos para comprar combustible a diestra y siniestra; y negándose arbitrariamente a conectar al sistema a productores más eficientes.

Estimado lector: es importante que entienda que no hay marcha atrás, la hora del cambio radical en la AEE ha llegado. Parafraseando a Albert Camus, “la peste no se cura con remedios para el catarro”.