El reto trasatlántico de EEUU

El reto trasatlántico de EE.UU.

Publicado el 28 de enero de 2021 / Read in English

Directora, Buró de Madrid
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La ambiciosa agenda doméstica de la administración Biden – de la que Puerto Rico espera ser parte – competirá en atención y recursos con la necesidad de remendar las fracturas que hereda en el ámbito internacional. En Europa se suspira alivio – “un nuevo amanecer para los lazos trasatlánticos” dijo el Parlamento Europeo sobre la investidura de Biden – pero el retorno de EE.UU. al redil internacional estará plagado de retos, aún con los europeos, sus socios tradicionales.

Como bien advirtió desde Berlín la Canciller alemana Ángela Merkel, una figura formidable en el ámbito europeo: “no crean que solo habrá armonía entre nosotros, habrá discusiones sobre qué es mejor para cada uno de nuestros países”.  Palabras mayores, si se considera que EE.UU. y la Unión Europea (UE) ostentan, según la Comisión Europea, la mayor relación bilateral del mundo. Europa es el socio comercial más importante de los EE.UU., con un intercambio de productos y servicios valorado por el Congressional Research Service de EE.UU. en $1.3 trillones anualmente.

La imagen de EE.UU. ha perdido lustre en Europa. El prestigioso European Council on Foreign Relations (ECFR), un think tank de estudios estratégicos con múltiples sedes en el continente, publicó en enero de 2021 los resultados de una encuesta que condujo en 11 países de la Unión Europea. Aunque la mayoría de los encuestados expresó júbilo con la elección de Biden, muchos mostraron desconfianza hacia “América” y su futuro: tanto como uno de cada tres (32%) piensa que los estadounidenses pudieran volver a elegir a alguien como Trump; y más de la mitad (51%) piensa que el sistema electoral de EE.UU. “está roto” y no funciona bien. Esto hace que EE.UU. sea visto como un socio potencialmente inestable.  El Fondo Monetario Internacional construyó recientemente un índice para medir la incertidumbre global y encontró que EE.UU. – su política internacional, sus políticas monetarias y sus eventos electorales – ha sido una de las principales fuentes de incertidumbre en la economía mundial durante las pasadas décadas.

El periplo Trump ha fortalecido la inclinación de los europeos a gestar una agenda de “autonomía estratégica”. Esto quiere decir que la relación trasatlántica – cimentada en el liderato norteamericano durante la Segunda Guerra Mundial, la reconstrucción de Europa bajo el Plan Marshall y la alianza militar trasatlántica de la OTAN – ya no estará dominada por EE.UU. sino que será más bien una relación entre pares. La Unión Europea ya ha comenzado a dar los pasos para fortalecer el euro como moneda internacional frente al dólar y ha gestado un acuerdo comercial con China. El Real Instituto Elcano – uno de los principales think tank españoles – ha destacado este acuerdo con el gigante asiático como positivo por defender mejor “los intereses y valores europeos” mientras que la administración Biden ha expresado su descontento con la autonomía mostrada por sus otrora totalmente leales socios. La encuesta del ECFR encontró que, aún cuando la economía de EE.UU. sigue siendo la economía más grande del mundo, seis de cada diez europeos piensan que China será la potencia dominante del mundo en la próxima década. Desde que abrió su economía en 1978, la economía china ha crecido a la espectacular tasa promedio de 10% anualmente, según el Banco Mundial.

China no será la única espina en las relaciones trasatlánticas. La UE está convencida de la necesidad de regular los gigantes tecnológicos de datos norteamericanos – Google, Amazon, Facebook – los llamados “gatekeepers” del mundo digital. Estas empresas dominan los servicios digitales, determinan quién accede y quien no al espacio digital, y acaparan el mercadeo y venta de los datos que recopilan de sus usuarios. Y el escabroso tema de la guerra arancelaria desatada por la administración Trump – que gravó desde los aviones hasta las aceitunas europeas – será uno de los temas que tendrá que ser abordado por EE.UU. y la UE temprano en el 2021. Temas complicados pero imposibles de ignorar ya que servirán de contexto para la ambiciosa agenda doméstica de la administración Biden.