El caos en Texas

El caos en Texas

Publicado el 25 de febrero de 2021 / Read in English

Sergio portrait
Director de Política Pública
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La semana pasada, los residentes de Texas tuvieron su encuentro cercano más reciente con un evento climático extremo. Por sexta vez en veinte años, las temperaturas bajaron a mínimos helados y la demanda de electricidad, como era de esperar, se disparó. Pero el administrador de la red de Texas, el Consejo de Confiabilidad Eléctrica de Texas (“ERCOT”, por sus siglas en inglés) estaba extremadamente mal equipado para hacer frente a esta contingencia previsible. Esta es una historia complicada, así que vayamos paso a paso.

Texas, a diferencia de los otros 47 estados contiguos de los Estados Unidos, administra una red en gran parte aislada y que, en general, no está interconectada con generadores de electricidad fuera del estado. Para evitar la regulación federal y “proteger” la poderosa industria de petróleo y gas del estado, el estado ha creado una red de servicios públicos en gran medida independiente y poco regulada. Como resultado, el 90% de la electricidad en Texas se genera en el estado.

Dada esta dependencia extrema en las fuentes de energía del estado, podríamos imaginarnos que ERCOT requeriría que los generadores planifiquen e implementen un programa robusto de mantenimiento del sistema y que mantengan suficiente generación de reserva para suministrar electricidad durante los días más fríos y calurosos del año. Pero, como informa el Washington Post, nos equivocaríamos, ya que “Texas ha creado una red eléctrica que pone énfasis en los precios bajos por encima de un servicio confiable”. De hecho, “las empresas de servicios públicos a menudo ni [siquiera] se molestan en comprar reservas de gas natural: es más fácil, barato y rentable extraer el gas en el campo con un gasoducto, por lo general”.

Y ahí es precisamente donde comenzaron los problemas la semana pasada. A medida que la temperatura descendió, los pozos de gas natural se congelaron y los motores diésel para las bombas de los pozos no arrancaron. Los gasoductos de gas natural no fueron diseñados para este clima, por lo que también fallaron. Sin acceso a gas natural, muchos generadores térmicos tuvieron que cerrar sus operaciones precisamente en un momento en que la demanda estaba aumentando. Además, otros generadores (eólicos, de carbón e incluso nucleares) también tuvieron que desconectarse porque los controles mecánicos e instrumentos para operarlos no estaban climatizados y también fallaron.

Ahora, ERCOT, al igual que cualquier otro operador de red, tiene que equilibrar la oferta y la demanda de electricidad. “Si la demanda excede la oferta, los generadores se esfuerzan por cumplir con la mayor carga y las plantas se desconectan automáticamente para evitar dañar los generadores con cargas excesivas, lo que ocasiona una cadena de apagones que puede causar un apagón generalizado en todo el estado. El trabajo principal de un operador de red es evitar este desenlace”. Para el domingo 14 de febrero, la demanda de electricidad alcanzó un récord invernal de 69,150 megavatios, mientras que para el lunes por la mañana se habían desconectado del sistema más de 30,000 megavatios de capacidad de generación.

A medida que el margen entre la oferta y la demanda se reducía cada vez más, ERCOT tenía tres opciones:

  • Primero, ponerse en contacto con los operadores de redes de otros estados para que ayudaran a Texas a satisfacer la demanda mayor. Pero dado que Texas en gran medida no está conectado con otros estados, esta no era realmente una opción. Además, los estados vecinos también se enfrentaban a condiciones climáticas sin precedentes, por lo que era muy poco probable que pudieran haber ayudado mucho.
  • En segundo lugar, los miembros de ERCOT podían cortar el suministro eléctrico a los grandes clientes industriales que hayan acordado previamente no recibir el servicio durante una emergencia. Aparentemente, ERCOT implementó esta opción, pero no fue suficiente para estabilizar el sistema.
  • Finalmente, la última opción era reducir la demanda mediante la implementación de apagones continuos, de aproximadamente 45 minutos cada uno, en diferentes regiones. Los operadores de la red de ERCOT también implementaron este programa, pero como el suministro siguió cayendo a un ritmo acelerado, ERCOT no pudo “mover” los apagones de región en región, lo que provocó cortes de energía que duraron varios días.

Según algunos expertos, Texas estuvo a “minutos, quizás segundos” de experimentar un evento catastrófico que habría dejado a gran parte del estado sin electricidad durante meses. De eso sabemos un par de cosas en Puerto Rico. Y al igual que después del huracán María, murieron personas en Texas, el servicio de agua cesó a través del estado y los tratamientos médicos que salvan vidas, como la diálisis para pacientes con insuficiencia renal, se pospusieron, todo debido a la falta de electricidad.

La lección principal, tanto para Texas como para Puerto Rico, es sorprendentemente similar. La infraestructura que se construyó hace cincuenta o sesenta años debe actualizarse para adaptarse al cambio climático. Quizás, en 1960 no fue rentable preparar la red de Texas para resistir una helada que ocurre una vez al siglo. Pero ahora una helada esta ocurriendo aproximadamente cada 3 años, por lo que la ecuación de costo/beneficio cambia. Y no solo para las redes eléctricas, sino para todo tipo de infraestructura (carreteras, represas, puentes, vías ferroviarias, inmuebles ubicados en zonas inundables y costeras, etc.) en todo Estados Unidos y Puerto Rico.

En términos de la red eléctrica de Texas, esto significa climatizar pozos de gas natural, bombas y tuberías; instalar controles e instrumentos resistentes a cambios drásticos en la temperatura; e incrementar las reservas tanto de gas natural como de capacidad de generación. Y, quizás, reconsiderar la decisión sin sentido de mantener una red aislada.

Para Puerto Rico, significa que tenemos que fortalecer nuestro sistema de transmisión y distribución para resistir tormentas más fuertes y frecuentes; reconfigurar la red para evitar que las líneas de alta tensión tegan que cruzar la cordillera central; descentralizar la generación lejos de las costas y el aumento del nivel del mar; y aumentar las reservas reales de generación disponibles.

Este último punto es particularmente importante, dado que también manejamos un sistema aislado (por necesidad, no por elección). Mucha gente argumenta que ya tenemos suficiente capacidad de generación en la isla, y en papel, eso es generalmente cierto. Pero muchas de esas unidades de reserva son reliquias de la era soviética y han estado fuera de servicio y en gran parte no disponibles durante casi todos los años de los que se tenga memoria. Probablemente sean tan poco fiables que con toda probabilidad no se les permitirá conectarse a la red en la mayoría de los países.

El desastre en Texas, entonces, es algo en lo que debemos pensar mientras nos preparamos para gastar miles de millones de dólares en nueva infraestructura, incluida una nueva red eléctrica.