La ayuda que Puerto Rico necesita

La ayuda que Puerto Rico necesita

Publicado el 5 de octubre de 2022 / Read in English

Sergio portrait
Director de Política Pública
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El 18 de septiembre, en vísperas del quinto aniversario del huracán María y cuando Puerto Rico se preparaba para conmemorar las vidas perdidas y reflexionar sobre la destrucción causada por una de las tormentas más fuertes jamás vistas por estas latitudes, la madre naturaleza nos hizo una mala jugada enviando al huracán Fiona hacia nosotros. Fiona golpeó la isla como un huracán de categoría 1 con vientos sostenidos de alrededor de 85 millas por hora. Se estima que la tormenta derramó 1 billón de galones de agua sobre Puerto Rico en aproximadamente 48 a 60 horas. Los daños causados por las inundaciones y la marejada ciclónica fueron graves, potencialmente mortales en algunos casos y generalizados.

Fiona, por lo tanto, puso en evidencia una vez más la gran vulnerabilidad de la sociedad puertorriqueña ante este tipo de acontecimientos. El impacto de una tormenta de este tipo no sólo depende de su fuerza o potencia, sino también del nivel de vulnerabilidad preexistente de una sociedad determinada. Puerto Rico era extremadamente vulnerable antes del huracán Fiona porque sólo se había iniciado el 30% de los trabajos permanentes de reconstrucción relacionados con el huracán María; miles de personas seguían viviendo en zonas propensas a inundaciones y, básicamente, no se había hecho nada para robustecer la red eléctrica y otras infraestructuras críticas o aumentar su capacidad de resistencia. Dado todo eso, la pregunta clave que se debe hacer es: ¿por qué cinco años después del huracán María el proceso de reconstrucción esta tan atrasado?

La respuesta corta, como subrayamos hace tres años, es que hemos fracasado a la hora de abordar cinco retos clave del proceso de recuperación de Puerto Rico, a saber: (1) la falta de coordinación efectiva entre las partes a cargo de la reconstrucción, (2) las plataformas de participación pública mal diseñadas, (3) los esfuerzos superficiales de transparencia, (4) la falta de implementación de mecanismos de supervisión adecuados, y (5) el desembolso extremadamente lento de los fondos de recuperación.

Incluso antes de que Fiona azotara, la falta de coordinación entre el gobierno federal, las agencias gubernamentales de Puerto Rico y los municipios de la isla era evidente. Por ejemplo, en una audiencia pública celebrada el 15 de septiembre en el Congreso, los representantes de FEMA, la GAO y la oficina central de Puerto Rico para la reconstrucción, conocida como “COR3”, no pudieron ponerse de acuerdo sobre el número de proyectos a largo plazo en curso y la cantidad de dinero que se había gastado para robustecer la red eléctrica. La representante de FEMA subrayó que esta agencia había comprometido unos $9,500 millones para la reconstrucción a largo plazo de la red; mientras que el representante de la GAO señaló que de esa cantidad sólo se habían gastado unos 40 millones de dólares. Poco después, sin embargo, el director de la COR3 calificó de “progreso” que se hubieran gastado unos $183 millones en la reconstrucción de la red. Resulta obvio, entonces, que las partes o no están hablando el mismo idioma, o utilizando las mismas definiciones, o ambas cosas. Hay una clara falta de comunicación, que en última instancia es una falla de coordinación.

Los daños ocasionados por el huracán Fiona añadirán sin duda otra capa de complejidad a lo que ya era un esfuerzo difícil y complicado. Ahora nos enfrentamos al reto de administrar tres tipos de proyectos diferentes: proyectos para reparar los daños ocasionados por María y que no sufrieron daños adicionales por Fiona; proyectos para reparar los daños causados por Fiona; y proyectos que ya estaban en marcha para reparar los daños causados por María y que se vieron afectados por Fiona. Por lo tanto, se inicia otro proceso de reconstrucción y recuperación paralelo al que ya se estaba llevando a cabo, pero que debe sincronizarse con el que ya está en marcha, para evitar retrasos, la duplicación de esfuerzos y el mal uso de fondos públicos.

Paradójicamente, esta complicada situación también nos ofrece la oportunidad de replantear planes y programas clave; identificar las deficiencias existentes y tomar medidas eficaces para remediarlas. En varias semanas pasaremos de la respuesta inmediata al huracán Fiona a la planificación de la reconstrucción de los daños causados por este fenómeno natural. Cuando las cámaras se apaguen, los medios de comunicación internacionales dejen de reseñar a Puerto Rico y la vida en la isla comience a retomar su ritmo cotidiano, es imperativo que no olvidemos a quienes perdieron sus hogares, a las comunidades que quedaron inaccesibles y a los dueños de pequeños negocios que lo perdieron todo. En esta coyuntura, se hace evidente la necesidad de definir cuidadosamente marcos precisos de planificación, coordinación y ejecución, y de mejorar el flujo de información. Dicho de otra manera, se necesita una entidad que coordine y gestione de forma integral la recuperación de Puerto Rico.

El presidente Biden visitó recientemente Puerto Rico y expresó su apoyo y solidaridad con todos los que han sufrido tanto desde el huracán María. Ese apoyo es muy apreciado por todos en la isla. Sin embargo, creemos que la actual convergencia de acontecimientos exige que el presidente Biden tome medidas audaces y ordene la creación de una entidad similar al Grupo de Trabajo para la Reconstrucción del Huracán Sandy, que fue creado por el presidente Obama bajo la Orden Ejecutiva 13632 del 7 de diciembre de 2012.

El Grupo de Trabajo para la Recuperación de Puerto Rico tendría: un mandato explícito para coordinar los esfuerzos de recuperación entre las agencias federales, y entre el gobierno federal y el gobierno de Puerto Rico; proveería para que se incluyan funcionarios electos puertorriqueños de todos los niveles y sus representantes, incluido el COR3, a través de un grupo asesor; promovería la subsidiariedad y la inclusión mediante la participación de los actores locales, los municipios, las organizaciones comunitarias, las ONG activas en Puerto Rico y los líderes empresariales; y fortalecería la economía local garantizando que los residentes de Puerto Rico y las empresas locales sean contratados de forma prioritaria.

Esa es la ayuda que Puerto Rico necesita.

Esta columna fue publicada originalmente en inglés en The Hill el 5 de octubre de 2022.