Chatarra

La Autoridad de Energía Eléctrica (“AEE” ) acaba de vender $673 millones de bonos a largo plazo en el mercado de bonos municipales de Estados Unidos. Según informes preliminares publicados por el servicio Reuters, la AEE pagará tasas de interés exento de entre 6.73% y 7.12% sobre los bonos con vencimientos entre 2030 y 2043.

Las claves de la crisis

La descripción más clara de cómo los residentes de Cuba viven sus días y enfrentan retos cotidianos me la ofreció un habanero amigable y conversador en el Parque Central de la Habana: “Asere, aquí lo que estamos es resolviendo”. Luego de escuchar una larga explicación sobre su trayectoria por el mercado laboral, de las numerosas maniobras que ha empleado para mantenerse a flote y de las oportunidades que ha cosechado para el futuro, entendí mejor las múltiples ramificaciones del término. “Resolviendo”, así es que se vive en una sociedad en constante mutación que experimenta retos significativos, mientras intenta trazar una ruta viable hacia un nivel de desarrollo más robusto pero equitativo.

Clinton

La reflexión de Bill Clinton, expresidente de Estados Unidos y fundador de la Fundación Clinton, durante su visita a Puerto Rico sobre la necesidad de cambiar nuestro modelo energético debe convertirse en una meta impostergable. No porque lo diga alguien del “norte”, sino porque recoge lo que muchos hemos planteado cada vez con más urgencia durante los pasados años.

Clinton, la AEE y la energía verde

La visita del ex-presidente Clinton generó, como era de esperarse, algo de controversia, mucho análisis desinformado, y muy poca reflexión sobre la situación energética del País. De entrada, es preciso notar que el modelo financiero y operacional de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) ha llegado a su límite. De hecho, la situación financiera de la AEE la coloca al borde de la quiebra.

Monitoreando a nuestro gobierno, ganamos

Casi todos los días escuchamos quejas acerca de la falta de transparencia de nuestro sistema de gobierno, del mal uso de fondos públicos y de la falta de ‘rendición de cuentas’ de nuestros representantes en las instituciones públicas del país. Existe una percepción general de que es extremadamente difícil resolver este problema. Al funcionario que malgasta o malversa fondos públicos, o que lo permite, no se le penaliza en nuestro sistema político o de justicia. Que vivimos bajo una cultura de impunidad. Algunos piensan que estas prácticas de corrupción, clientelismo y de ‘panismo’ están tan arraigadas en nuestro andamiaje social que lo consideran un rasgo cultural.

Después del 30 de junio

Durante los últimos meses, el debate público se ha enfocado en el presupuesto y la situación financiera del gobierno de Puerto Rico y varias de las corporaciones públicas. La expectativa es que para cuando usted lea estas líneas, las negociaciones a altas horas de la noche y los traqueteos turbios en cuartos oscuros del Capitolio hayan terminado, el presupuesto de Puerto Rico para el año fiscal 2014 haya sido aprobado por la asamblea legislativa, y que la degradación del crédito de Puerto Rico a nivel chatarra haya sido pospuesta, al menos por ahora.

Improvisación

El mes de junio trae siempre la misma fuente de ansiedad. Y no me refiero a qué hacer con las nenas durante las vacaciones de verano. A lo que me refiero es a la tragicomedia anual de cómo allegar recursos a las defalcadas arcas públicas y cuadrar el presupuesto gubernamental. Este año, a pesar de las medidas correctivas que se han tomado para subsanar las deficiencias del Sistema de Retiro y mantener la credibilidad ante las casas acreditadoras, la situación es particularmente crítica.

Una tradición tributaria fatídica

Aunque sea difícil creerlo, especialmente en estos tiempos de desorden y desasosiego socioeconómico, hace un tiempo atrás Puerto Rico fue un ejemplo a seguir para varios países que buscaban una ruta hacia el desarrollo. Según las memorias de la vieja guardia, en el ápice de la Guerra Fría las transformaciones de la isla servían como antídoto contra la amenaza comunista, pues demostraban que también bajo el capitalismo salvaje se podían registrar giros positivos en el porvenir de territorios afligidos.