CNE Review – marzo 2022

Publicado el 25 de marzo de 2022 / Read in English

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CNE Review
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El Acuerdo Definitivo de Apoyo a la Reestructuración de la Deuda (“RSA”, por sus siglas en inglés) de la AEE que se rescindió recientemente fue el tercer intento fallido de reestructurar al menos una parte de la deuda de la AEE. La jueza Taylor Swain, en su orden del 8 de marzo, expresó su preocupación de que “el anuncio de rescisión presenta el riesgo de un atraso importante en el progreso hacia el reajuste de las obligaciones de la AEE”. Ella también impuso un plazo corto para que la Junta de Supervisión y Administración Financiera comience un proceso de mediación y presente un plan de ajuste, o una hoja de términos del mismo; presente un calendario para el litigio de los asuntos pendientes; o muestre causa de por qué el Tribunal no debe desestimar el caso de Título III. El tiempo, por lo tanto, apremia.

Sin embargo, aunque entendemos perfectamente el deseo de concluir rápidamente este proceso después de cinco años de costosas e interminables negociaciones, es igualmente importante hacer las cosas bien tanto procesalmente como en el diseño de los términos sustantivos de la reestructuración de la deuda.

En este Review, ofrecemos algunas recomendaciones que esperamos provean un marco útil para analizar cuidadosamente cualquier propuesta nueva de reestructuración de la deuda de la AEE. Haz clic aquí para leer el análisis completo el cual también incluye una mirada al estado actual del proceso.

Sergio M. Marxuach, editor

Análisis de CNE

5 recomendaciones para la reestructuración de la deuda de la AEE

Por Sergio M. Marxuach, director de Política Pública

  1. Cualquier plan de ajuste para la AEE tiene que ser de naturaleza integral — Esto quiere decir que el plan de ajuste tiene que tener en cuenta el ambiente complicado en el que opera la AEE, la economía débil de Puerto Rico, la fragilidad del sistema de transmisión y distribución de la isla, la flota de generación envejecida, la politización de su equipo administrativo y el historial de iniciativas mal administradas de la AEE para reducir costos.
  1. Una AEE reestructurada debe ser una entidad solvente — Este asunto es más que un mero tecnicismo contable. Si la AEE sigue siendo insolvente, incluso después de salir del proceso de negociación, entonces es cuestionable si el plan de ajuste sería confirmado por el Tribunal. Aunque PROMESA no requiere que se establezca la solvencia para confirmar un plan de ajuste, sí requiere que sea “viable” y ciertamente la solvencia es al menos un componente de cualquier análisis de “viabilidad”.
  1. La reducción de la deuda tiene que ser drástica — Según el Informe Mensual de la AEE a su Junta de Gobierno para el mes de diciembre de 2021, los pasivos de la AEE sumaron $18,100 millones, mientras que sus activos sumaron $10,100 millones, una diferencia de $8,000 millones. En teoría, entonces, esa es la cantidad mínima – $8,000 millones o 44% de todos los pasivos – por la cual todas las obligaciones de la AEE tendrían que ser reducidas para mantenerla como una empresa mínimamente sostenible después de la reestructuración. Sería extremadamente irónico, por no decir totalmente irracional, terminar este costoso proceso de cinco años con una entidad que sigue siendo técnicamente insolvente.
  1. Eliminar la estructura de titularización — La “estructura de titularización” habría garantizado el repago de los Bonos Nuevos independientemente de la situación operacional de la AEE y habría representado una mejora significativa del paquete de garantías de los acreedores. La garantía de repago de estos bonos, al igual que la de los bonos existentes de la AEE, es un gravamen sobre los ingresos netos (después del pago de los costos operacionales) generados por el emisor. No vemos ninguna razón para mejorar esta estructura de garantía o para modificar sustancialmente las prioridades relativas de repago actuales de la AEE, a menos que los acreedores proporcionen una infusión de dinero nuevo, algo análogo a un financiamiento de deudor en posesión, o alguna otra consideración similar.
  1. Cualquier aumento en las tarifas para pagar la deuda tendrá consecuencias económicas negativas — Los precios de la electricidad afectan la actividad económica y la actividad económica afecta los precios de la electricidad. Cualquier aumento significativo en las tarifas para pagar la deuda reduciría la actividad económica y el empleo, lo que, a su vez, reduciría la demanda de electricidad. Una menor demanda de electricidad obligaría a la AEE a aumentar sus tarifas para cubrir los costos fijos de operación y cumplir con sus obligaciones. De no hacerlo, habría que postergar las inversiones de capital y/o los gastos de mantenimiento, lo que afectaría negativamente la calidad del servicio. Y bajo ese escenario, podríamos esperar un aumento en el “abandono de la red”. Es decir, podríamos esperar un aumento en el número de clientes que se cambian a sus propias fuentes de generación o que se conectan “informalmente” a la red de la AEE.

    El impacto de CNE para transformar la AEE

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    En nuestro radar...

    Guerra en Ucrania – La invasión rusa de Ucrania amenaza el orden internacional basado en instituciones que entró en vigor después del 1945 y trajo paz y prosperidad a Occidente (y a Japón) durante los últimos 75 años aproximadamente. Más allá de sus objetivos inmediatos en Ucrania, Putin busca revertir el acomodo posterior a la Segunda Guerra Mundial en Europa, para reconstruir la grandeza, al menos en su mente, del Imperio Ruso. Abrir esa puerta sólo conduce a caminos oscuros que terminan en lugares horribles. Aquí tienes algunos libros que te ayudarán a entender algunas de las grandes fuerzas de la historia que están en juego en Europa en estos momentos:

    • Timothy Snyder, Bloodlands: Europe Between Hitler and Stalin, (Basic Books, 2010);
    • Anne Applebaum, Red Famine: Stalin’s War on Ukraine, (Doubleday, 2017);
    • Tony Judt, Postwar: A History of Europe Since 1945, (Penguin, 2006);
    • Anna Reid, Borderland: A Journey Through the History of Ukraine (Basic Books, 2015);
    • Serhii Plokhy, The Gates of Europe: A History of Ukraine, (Basic Books, 2021);
    • Svetlana Alexievich, Secondhand Time: The End of the Soviets (Random House, 2017);
    • Charles Clover, Black Wind, White Snow: The Rise of Russia’s New Nationalism (Yale, 2016); and
    • Timothy Snyder, The Road to Unfreedom: Russia, Europe, America, (Tim Duggan Books, 2018).

    Geopolítica rusa – Stephen Kotkin, profesor de Historia y Asuntos Internacionales en Princeton, escribió esta síntesis de la historia que impulsa la geopolítica rusa para Foreign Affairs en 2016. Según el profesor Kotkin, “durante medio milenio, la política exterior rusa se ha caracterizado por ambiciones desmesuradas que han superado las capacidades del país”. A lo largo de los últimos quinientos años, “el país se ha visto perseguido por su relativo atraso, especialmente en las esferas militar e industrial. Esto ha llevado a repetidos frenesíes de actividad gubernamental diseñados para ayudar al país a ponerse al día, con un ciclo repetitivo de crecimiento industrial coercitivo dirigido por el Estado seguido de estancamiento. La mayoría de los analistas habían asumido que este patrón había terminado definitivamente en la década de 1990, con el abandono del marxismo-leninismo y la llegada de elecciones competitivas y una economía de capitalismo bucanero. Pero el ímpetu de la gran estrategia rusa no había cambiado. Y en la última década, el presidente ruso Vladimir Putin ha vuelto a la tendencia de confiar en el Estado para negociar el abismo entre Rusia y el más poderoso Occidente”.

    La respuesta europea – En tiempos de crisis geopolítica, la seguridad y la soberanía prevalecen sobre todo lo demás. La Unión Europea batalla con los demonios de ese reflejo defensivo incluso cuando se enfrenta a Rusia por su invasión de Ucrania: “Como dictador paranoico, Vladimir Putin ha sobrevivido eliminando a cualquiera que pudiera suponer una amenaza para él. Pero ahora que ha desencadenado el instinto de supervivencia de Europa y de Occidente en general, el mundo está entrando en una nueva y peligrosa fase de conflicto existencial”, escribe Mark Leonard, director del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, para Project Syndicate.